martes, 23 de diciembre de 2014

Historia de la capilla de la Sagrada Familia del Rímac

Recorriendo el Rímac durante una tranquila mañana de sábado, nos adentramos en el jirón Camaroneros, un tradicional rincón rimense al lado del puente Santa Rosa , para poder admirar una peculiar capilla erigida en medio de una vieja quinta. Se trata de la capilla de la Sagrada Familia, fundada en 1820 inicialmente como una cofradía. Cabe señalar el estilo neoclásico de la construcción, testimonio del carácter arquitectónico de las edificaciones en la Lima de aquellas épocas.



En los años finales del siglo XIX (1892) la señora Juana C. de Barrón (benefactora del lugar) manda a construir a los alrededores un hospicio, con Oratorio incluído.


Capilla de la Sagrada Familia (1908) Archivo de la Biblioteca Municipal de Lima


El arzobispo de Lima de aquella época, Monseñor Manuel Tovar, eleva de categoría a esta cofradía y le otorga el titulo de Capilla "La Sagrada Familia" en el año de 1903. Con este acto se termina de configurar la actual clasificación de esta edificación que ha acogido, durante años, las plegarias de los vecinos rimenses que acudían a ella para su consuelo espiritual.


                          Capilla de la Sagrada Familia (1908) Archivo de la Biblioteca Municipal de Lima


 Con el paso de los años y tras la muerte de la benefactora Juana C. Barrón, el lugar es tomado por diecisiete familias en 1982. Estas personas forman allí  la Asociación de Posesionarios "Pedro Vilcapaza", logrando su rehabilitación. Finalmente, dos años después, La capilla de  la Sagrada Familia termina de ser remodelada y es re-inaugurada el 18 de febrero de 1984 por el Reverendo Padre Javier Maguiña.


                                             Interiores de la capillla. Foto de David Segura

sábado, 13 de diciembre de 2014

IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE GUÍA: HISTORIA Y VESTIGIO

Escondida en un rincón del Rímac y con varios siglos en su haber, aún permanece en pie el resto de una portada de la antigua iglesia Nuestra Señora de Guía. Este vestigio colonial se encuentra en el perímetro de un terreno de propiedad de la fábrica CUVISA, al lado de un vecindario formado por una invasión que, según declaraciones de los vecinos, data de 1961. Pocos limeños conocen la existencia de esta vieja portada, testimonio del pasado rimense.




Veamos la historia de la iglesia que ocupaba estos terrenos:

La recolección (un  tipo de construcción de los siglos XVII y XVIII formada por conventos e iglesias recoletas en las afueras de la ciudad, que requería de los religiosos un estilo de vida regido por:  pobreza, recogimiento, contemplación, estrechez, penitencia y estudios) perteneciente a la orden agustina, bajo la advocación de Nuestra Señora de Guía, se empezó a edificar en los primeros años del siglo XVII sobre un terreno ubicado a extramuros de la ciudad, una zona llamada "Portada de Guía" en el actual distrito del Rimac. El virrey Marquéz de Guadalcázar ordenó la demolición de esta construcción inicial que contaba con una modesta capilla por no contar con la autorización real exigida y los religiosos agustinos pasaron al convento de San Agustin, en el centro de Lima. 

Juan Pecador, primer prior de este convento, viajó a España en el año de 1630  para conseguir la autorización real de Felipe IV. Es de esta manera que a su regreso a Lima, los agustinos inician la construcción de una una nueva recoleta de Guía (un poco más alejada del lugar original), cuya  iglesia llegan a inaugurar en 1634. Inclusive en años posteriores, los agustinos llegaron a erigir una tercera edificación debido a la gran afluencia de feligreses.

Debido a los sucesivos terremotos que sufrió la ciudad de Lima (1687 y 1746 entre los más catastróficos) el conjunto arquitectónico sufrió grandes daños y nunca se precedió a su reparación. Es así que para la época de la independencia, se le declara convento supreso y continua, de forma permanente, en estado de abandono, Aunque en la imagen de abajo podemos ver que para la segunda mitad del siglo XIX aún subsistía la capilla de Nuestra Señora de Guía.


          Ubicación de la capilla Nuestra Señora de Guía en un plano del siglo XIX (del blog Lima La Única)


Llegado el siglo XX, tenemos testimonios en la revista Variedades que narran lo siguiente: 

(Del blog limadeayeryhot.blogspot.com de Favio Martinez)

"Entre grandes trozos de pared, y parte del techo, que fué todo de ladrillo, crecen los arbustos y se abre paso la maleza. Al entrar en el recinto de lo que fue templo, pasando entre las dos columnas sin arco de la gran puerta, se ve al fondo la hornacina en que estuvo la imagen de la Virgen de Copacabana y la base de las cinco gradas que conducían al retablo. Los bloques de piedra han desaparecido. Allí en el espacio algo más elevado que el piso de la iglesia, delante de la hornacina está la bóveda, una de esas cavidades que construían los antiguos en sus templos para sepultar prelados y potentados. El sótano esta repleto de ataúdes, de cajas, de envoltorios. Aproximadamente, la bóveda tiene dos metros y medio de altura. Pues bien, no hay treinta centímetros entre la última caja y el cielo de la cripta; ¿cuántos cadáveres habrán allí? ¿cuántos años hace que se están sepultando en este sitio?"


             Ruinas del claustro

                                                
"Cuentan los viejos habitantes del barrio de Guía, que, entre las ruinas, construyó un negro, ño Cirilo, su albergue, y hacía de adivinador a la par que de sepulturero. A él se dirigían los pobres, los malambinos, que no podían llevar sus muertos al panteón de Ansieta. Y Cirilo los sepultaba en la bóveda de la iglesia.
Cuando nosotros tuvimos noticia de la existencia de ese cementerio, hacía varios años que Cirilo había entregado su cuerpo a la tierra. No pudimos saber nada por su boca. ¡Cuántos secretos se habrá llevado a la tumba!
Ahora que se nos ocurrió investigar, hemos descubierto que nadie se opone a que las gentes pobres lleven sus cadáveres y continúen arrojándolos dentro del gran nicho. Otros han cavado fosas en el suelo, junto a las paredes, tanto en la iglesia como en la sacristía, y, con esa bienaventuranza que distingue al pobre han escrito en los muros el nombre de los muertos y el día de su entierro."




"En el piso de las celdas, todavía marcadas con parte del cimiento, también hay cruces de madera y coronas de flores secas.
Cuando penetramos en la bóveda y vimos los ataúdes, unos sobre otros, conservando aún el charol, y blancos los adornos de lata, creímos que se trataba de un sueño. No lo era.
Hace la friolera de 162 años que todo un barrio, un barrio populoso, viene dando sepultura a sus deudos en el antiguo y derruído templo de Nuestra Señora de Copacabana y Guía. No es alucinación de cronista. Es realidad espeluznante."





Llegado el año 1961 se iniciaron las invasiones hacia los alrededores más cercanos de las ruinas. Dichas invasiones son las mismas que rodean la única portada que queda en pie de la monumental edificación de antaño. Algunos vecinos que rodean los cuarenta años, comentan que utilizaron caminos subterráneos ubicados bajo los terrenos de la antigua recolección e, inclusive, llegaron a encontrar una salida a estos caminos mas o menos por la altura del metro de Alcázar! No suena trillado a estas alturas hablar de túneles bajo la lima colonial. Tambien encontramos restos de las bases de los antiguos muros y muchas historias que la tradición popular se ha ocupado de conservar.


 Terreno sobre el cual fue edificada la recolección agustina


  Vista desde atrás






















martes, 4 de noviembre de 2014

QUINTA DEL PRADO: El testimonio de Juan José Guerra.

Hace unas semanas visité nuevamente la Quinta del Prado con la intención de obtener información del estado actual de esta edificación y tratar de recoger algún testimonio de los habitantes de la quinta, en este caso la familia Guerra.

El señor Juan José Guerra, patriarca de la familia que ocupa uno de los sectores más importantes del predio, me brindó sus declaraciones y reveló detalles de su vida diaria sin los servicios básicos, además de las promesas incumplidas de una ayuda para la recuperación de la quinta de diversas autoridades. Aquí el video de aquella entrevista:



miércoles, 22 de octubre de 2014

El mirador de Ingunza: Historia de un emblema rimense

En la esquina de las calles Hualgayoc y Marañón, en la transitadísima zona de Acho, a un lado de la famosa plaza de toros, se erige por entre los tugurios un curioso mirador que caracteriza a aquel lugar. Se trata del mirador de Ingunza, una construcción del siglo XIX poseedora de un variado menú de historias limeñas y que actualmente, aunque rodeado de negocios que animan el lugar, tiene un futuro poco auspicioso pues se encuentra en estado de abandono y han pasado algunos años desde el último intento de puesta en valor. 

SU HISTORIA:
El mirador de Ingunza fue mandado a edificar en el siglo XIX  por el abogado sanmarquino Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo, oriundo de la ciudad de Huánuco en lo que por aquel entonces era una quinta de regular extensión de su propiedad. Se dice que Don Ingunza se inspiró para el diseño de su mirador en  edificaciones observadas en sus numerosos viajes  por España, el imperio ruso , Palestina, Líbano, Siria, Turquía, Persia, Egipto, y otros países del Oriente, viajes que se llevaron a cabo entre 1847 y 1849. Las labores para la construcción del mirador fueron encargadas al francés Paul Nicolás Chalón por una suma inicial de 964 pesos y terminaron parcialmente en 1858, pues tres años después se adicionó, al lado de la primer estructura, otra edificación octogonal para conectar el primer nivel del mirador con el tercero mediante una escalera de caracol.                                                                             


                                              Don Francisco Esteban de Ingunza y Basualdo                                                                                                                  

Diseño a escala del mirador de Ingunza-Arq. Patricia Diaz Velarde


VERSIONES PINTORESCAS SOBRE SU ORIGEN:
La tradición limeña ha creado diversas historias acerca de este peculiar mirador. Una de las más conocidas es aquella que menciona que Hipólito de Landaburú (amigo de Don Ingunza)  para poder observar las corridas de toros en la plaza de Acho sin tener que ubicarse en las gradas y que exista la posibilidad de encontrarse con el Virrey Amat y Juniet quien, como sabemos, mandó a edificar dicha plaza y,dentro del marco de esta versión, sostenía una rivalidad con Landaburú. 

Otra versión tambien involucra al mismísimo Amat con Micaela Villegas "la Perricholi" al afirmar que ambos tuvieron que ver con la edificación del mirador de Ingunza para poder ver las corridas de toros gozando de la privacidad que sus instalaciones brindaban.

Ambas versiones se tachan por cuestiones de ubicación en el tiempo. El mirador, como ya mencioné lineas arriba, terminado de edificar en 1858 no pudo tener relación con el virrey Amat ni con Micaela Villegas, personajes famosos del siglo XVIII.


   Fotos de fines de los años 1850's que sería el único testimonio fotográfico de la construcción del                             mirador de Ingunza. Imagen elaborada por  David Pino Bazalar


EL MIRADOR ES TESTIMONIO VIVO DE OTRA ÉPOCA:
Al fallecer el señor Ingunza, heredó la propiedad su hijo Francisco Esteban de Ingunza y Bedoya quien la vendió a inicios de 1899 a Doña Juana Herrera de Espantoso, señora que  habitó tal lugar con su familia a principios del siglo XX como lo muestra la siguiente foto:

                              Familia Espantoso en el Mirador de Ingunza, 1906. Archivo Elejalde PUCP


Con el pasar de los años, el predio dentro del cual se ubica el mirador ha ido pasando por diversas manos y actualmente es ocupado por varios negocios (carpintería, venta de dvd´s, hospedaje, etc.) y algunas familias de bajos recursos económicos. Esta situación, sumada al poco mantenimiento brindado en estos años ha hecho que  el mirador de Ingunza se encuentre en un estado de deterioro creciente. Es lamentable que tan bello mirador de antaño posea un futuro incierto. Muchos amantes de la rica historia de Lima esperamos que se tomen acciones por parte de las autoridades  para rescatar del olvido tal joya rimense. Aún estamos a tiempo.

                                                            Mirador de Ingunza, años 60.

                                                             Mirador de Ingunza en el  2014