Ambas edificaciones son de origen colonial y consideradas como villas de recreo. A lo largo de su historia también han sido relacionadas con la famosa relación sentimental entre el virrey Amat y Micaela Villegas "La Perricholi". Tal como desarrollamos en un artículo anterior, la única quinta que puede ser atribuida con amplio fundamento al virrey Amat es la Quinta del Prado, pues el coqueto virrey fue quien ordenó la construcción de esta joya virreinal y hasta se le atribuye el diseño de la misma. Situación diferente es la de la Quinta de Presa, que fue erigida por orden de Pedro José Carrillo de Albornoz en el molino rimense que había heredado.
La Quinta de Presa en su época de museo. Fotografía de una revista norteamericana.
A lo largo de los años la Quinta de presa ha tenido múltiples ocupaciones como por ejemplo: Cuartel de la Guardia Republicana y museo de la Perricholi. Esto ha permitido que no caiga en el abandono prolongado ni en la infame tugurización. Otro panorama se presenta en la Quinta del Prado, que es propiedad del convento de Santo Domingo y que es ocupada por decenas de familias de bajos recursos económicos. Todo esto sumado al paso de los años y el abandono de las autoridades encargadas, ha hecho que esa quinta esté en estado ruinoso y camino a desaparecer.
FACTOR DEL ENTORNO: Aunque ambas quintas están en ubicaciones ciertamente poco visibles, la Quinta de Presa, a no dudarlo, se encuentra mucho más cerca al centro histórico y en una zona no tan peligrosa y escondida como la Quinta del Prado en los bravos Barrios Altos.
FACTOR DE POSESIÓN DE LA PROPIEDAD: Entres estas dos edificaciones, la quinta rimense es la que pertenece al estado peruano y es manejada por el Ministerio de Cultura. A diferencia de la Quinta del Prado cuyo propietario, como ya mencionamos, es el convento de Santo Domingo. Convento que (a lo largo de todos sus años como dueño) no ha gestionado posibles restauraciones o puestas en valor para el predio.
FACTOR DE ABANDONO DEL PATRIMONIO LIMEÑO:
Para usted no será novedad el abandono del que sufre nuestro patrimonio limeño de toda época.
La Quinta de Presa, sin embargo, como emblemático símbolo de lo colonial en Lima, ha podido ser receptora de parte de los pocos esfuerzos destinados para preservar las edificaciones históricas de nuestra ciudad por parte de las autoridades encargadas. Por el contrario, la Quinta del Prado es ajena (quizás por su lejanía y abandono prolongado) al imaginario de lo colonial en Lima y esto hace que sea difícil esquivar el destino fúnebre que le espera.